Cristo Pantocrátor, Paladión del Monasterio del Sinaí

Sus estudios se publicaron en 1956 y 1958, revelando a la comunidad erudita internacional un tesoro desconocido que, junto con los demás objetos heredados del monasterio, ha sido llamado con razón "un compendio de Bizancio".

Entre las obras incluidas en esa edición, Sotirious señaló especialmente el icono del Cristo Pantocrátor, que en un principio se había datado en el siglo XIII, pero con la salvedad de que podría tratarse de un icono más antiguo con repintes posteriores. Unos años más tarde, en 1962, Tasos Margaritof, conservador del Museo Bizantino de Atenas, que participaba en una nueva misión bajo la dirección de Manolis Hatzidakis, examinó y limpió el icono y reveló una obra cumbre del arte paleocristiano ejecutada con la técnica de la encáustica, que desde entonces es conocida en todo el mundo.

El origen del icono sigue siendo desconocido, aunque muchos historiadores del arte lo asocian con el arte de Constantinopla. Lo datan en el siglo VI y lo asocian con el icono del Señor consagrado sobre la Puerta de Bronce, es decir, la entrada principal del Palacio Sagrado de la capital de Bizancio. Hay pruebas fehacientes de que los iconos bizantinos posteriores del monasterio se copiaron de éste, lo que parece indicar la importancia que se concedía al icono del Señor en la vida de la comunidad monástica del Sinaí.

En cualquier caso, la expresión del rostro del Señor se ha plasmado de la mejor manera pictórica y estilística de la Antigüedad tardía, predominando la famosa "doble mirada", técnica ya conocida en los retratos anteriores de Fayum. Esta doble mirada del Señor representado, a la vez austera y compasiva, ha sido objeto de numerosas interpretaciones. Es decir, se ha considerado que se trataba de una elección consciente del iconógrafo, para representar al Señor, el Gobernante de Todo, como un Juez justo y, al mismo tiempo, como un Salvador filantrópico, o incluso para indicar la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en su semblante. Aunque no está claro si ésta era realmente la intención del propio artista o de su guía espiritual, nadie niega que ha transmitido una representación de la persona del Dios-hombre como tal, dándonos la oportunidad de acercarnos a ella y comprenderla a nuestra manera, de acuerdo con nuestro bagaje interpretativo eclesiástico.

Así, en los albores del siglo XXI, el icono del Cristo Pantocrátor del Sinaí goza no sólo de una admiración mundial por su valor artístico y su espíritu interior, sino, sobre todo, de la reverencia de los cristianos. No es casualidad que copias del mismo adornen innumerables humildes iconostasios de monjes y laicos creyentes de todo el mundo. AD