Esta escena figura entre los temas favoritos de la iconografía del Sinaí. Moisés está de pie en la cima del monte Sinaí y, girándose hacia la izquierda del encuadre con paso enérgico y expresión resuelta en el rostro, recibe de la mano de Dios las tablas de la Ley; ya se ha quitado las sandalias y se ha cubierto los hombros y los brazos con su manto rosado extendido. Hay detalles estilísticos evidentes que se asemejan al icono de Moisés ante la Zarza Ardiente (4.6), como los tonos claros utilizados para representar el rostro juvenil, la representación del cabello, los pliegues del vestido, un sentido de la perspectiva evocador, una representación naturalista del paisaje, el equilibrio entre el sujeto y el fondo dorado y, por último, la simetría especular de la figura de Moisés en los dos iconos, que tienen dimensiones muy similares (4.6 - 4.7); estos detalles confirman que ambos iconos fueron ejecutados por el mismo gran pintor.